jueves, 24 de septiembre de 2015

Archivando Actuaciones



Me llega de uno de mis gabinetes jurídicos la noticia del archivo definitivo de mi última actuación judicial contra la Administración. He perdido el caso. Esta vez se trataba de recurrir la decisión por parte de la CNEAI de no concederme el último sexenio de investigación que les pedí (el cuarto). Aquí la decisión (que denuncié como viciada de arbitrariedad) la toma una comisión (y posiblemente un individuo), y las demás comisiones y administraciones y tribunales solamente la refrendan, contra viento y marea, sosteniéndola y no enmendándolla, por un procedimiento bien establecido.

Es la manera de que no se multipliquen los recursos. Eso es un beneficio evidente, según se mire. Pero claro, tiene algunos pequeños inconvenientes o peajes que pagar por el camino, entre ellos varios atropellos a la lógica, a la justicia y a la razón. Como pasa tantas veces, se cargan aquí de gloria las resoluciones judiciales: se ignoran las denuncias sobre las que no conviene argumentar (desaparecen sin más de la resolución, como si jamás se hubieran hecho alegaciones al respecto), se apela a la discrecionalidad técnica de las comisiones, aunque usen la discreción en el sentido de "fuego a discreción", de maneras harto indiscretas y pasándose por el forro cuando conviene todo criterio técnico (visto que son ellos los que deciden cuáles cuentan como técnicos, y ya pueden cantar misa la disciplina y sus presupuestos básicos, si conviene contradecirlos). Y en general se da una respuesta negativa, (a) basándose en los mejores argumentos que puedan reunir, (b) haciendo amago de rebatir a satisfacción suya alguno de los de la parte contraria (porque una parte es la parte buena y la otra la parte contraria, que estamos hablando de la administración cubriéndose a sí misma). Y mayormente, (c), escamoteando las cuestiones que no conviene entrar a sopesar ni a argumentar.

Así, esta resolución ha dado por bueno, a ojos de la Justicia del T.S.J. de Aragón (cuya calidad ya comenté a cuenta de otro fallo anterior), las actuaciones de la persona a quien denominan "Dña. Secretaría de Estado de Universidades". Esta a su vez sostiene con toda la pachorra del mundo, en diversas resoluciones:

- Que yo sólo aporté cinco publicaciones (las cinco requeridas) a la evaluación de la CNEAI, y que al no darse por buena alguna de esas, no había ninguna otra en esos seis años que pudiese valorarse en su lugar. En realidad les presenté un currículum extensísimo que ninguno de estos expertos y jurisconsultos ha mirado—ver años 2006-2011. Es más, todo colgado de libre acceso en Internet, cosa que al parecer también jorobaba bastante. "Todos esos enlaces, eso fuera todo"—así literal, fue uno de los mensajes más claros que pude extraer.

- Que el español no es una lengua apta para las publicaciones académicas. Ya que (y en esto insistió especialmente la CNEAI) la publicación en español perjudica a la difusión de una publicación, tanto internacionalmente como dentro de España. Por mis muertos que dijeron eso, y que ahí queda. Que el español entorpece la comunicación dentro de España. Mi publicación era internacional y extranjera (en una serie alemana) pero en español. Y al parecer hay que ir a exterminar.

- Ah, la publicación dichosa, la única que no estaba en inglés, también está publicada en inglés—pero es una de tantas cosas que los Expertos, con su discrecionalidad, prefirieron no saber, y los jueces prefirieron ignorar, como los tres monos de ni ver ni oír ni hablar.

- Las otras publicaciones mías iban en inglés, a diferencia de las de la comisión que me valoró, que evidentemente no se aplicaba a sí misma su propio cuento. Y es que esa es otra cosa dada por buena en esta resolución: que en mi caso se me podía exigir que todas las publicaciones estuviesen en inglés— mientras que en el caso de otros académicos, o de todos los demás, no se les exigía ese idioma en ninguna. El trato diferencial y arbitrario tampoco le ofendió ni a "Dña. Secretaría" ni a Dña. Justicia Aragonesa. Y el que no dijese nada de esto en los criterios de la convocatoria... bueno, como era yo el que lo alegaba, y no "la parte contraria", se puede ignorar tranquilamente.

- También sentó Dña. Justicia que es de justicia que esta publicación no pueda entrar (por cuestiones de fecha) en el sexenio 2006-11. Por sus santos cojones.

- Asimismo le pareció excelente que una publicación de la misma editorial y del mismo libro (otro capítulo del mismo) se valorase muy positivamente en un caso, y muy negativamente en otro (en el mío). Valorando en un caso la abundancia de reseñas de libro, etc. (es lo que llaman "indicios de calidad") y negando que yo aportase indicios de calidad que eran exactamente los mismos—aquí no entran a leerse las publicaciones, no es la idea, sino que valoran la recepción de las mismas, la editorial, etc. Pues bien, en mi caso, los mismos indicios no valían. Y a correr, usted de qué protesta.




Y otras así.


En fin, qué les voy a decir. Una parodia de justicia, como la que se ve a diario que tenemos en España, en casos más sonados, pero este en pequeño y en directo. Ofendiendo igual a la razón, a la lógica, y al principio de no contradicción, que todo vale, y con falta de sentido, como en el tango. ¿Para qué recurrir ante esta justicia las actuaciones de esta justicia? Para perder el tiempo y el dinero, y la paciencia. Y para hacerse una idea más clara de las insolencias que hay que aguantar de tanto Comisionado y Togado y falsario—a quien confunda Satanás. Así van poniendo entre todos este país al nivel que vamos viendo día a día.

No tengo claro que vaya a volver a pedir jamás un sexenio, viendo el calibre de los criterios usados. (Aclararé que, aunque me habían dado hasta la fecha todos los sexenios, venía yo firmando todos los manifiestos anti-sexenio que circulaban por allí denunciando la desviación de la función originaria de estos procedimientos de evaluación). Comprendo que si en un futuro lo solicito otra vez será otra gente la que me evalúe, y quizá hasta usen otros criterios. Pero es que es fama que las evaluaciones negativas cabrean bastante—sobre todo cuando ofenden no ya al interés particular de uno o a la opinión excesivamente optimista que pueda tener de sí mismo, sino también a cosas que tenemos todos más en común, como la aritmética, el calendario, la evidencia tangible, el sentido común o el idioma común (por lo del español, digo) o la pura lógica. Ofende a distancia tratar con una institución que pisotea todo esto con tanta alegría, y pasa a cobrar sus dietas, y siguiente. Váyanse a esparragar, anda. La calidad subirá el día que salgan de ahí.







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