lunes, 30 de junio de 2014

En Vene, ecia. Vene, ecia.

No sé si avisé mucho, no es que haya que avisar a nadie tampoco, que no tengo lectores.... pero esto del blog ha ido a trompicones porque he estado el fin de mes en Venecia. Más exactamente en una isla de la laguna veneciana, el antiguo manicomio de San Servolo, donde tenía lugar el congreso sobre Hemingway.  Allí fuimos con la Dra. Penas, cruzando el pirineo y pasando por París, ruta no sé si razonable pero así salió. Las fotos aparecerán aquí en un futuro, que he hecho miles.... pero llevo miles de fotos de retraso, tantas como hojitas en esta imagen. Así que con calma.


Foto de muchas hojas



También he visitado medio Véneto, desde Fossalta di Piave a las ruinas de la mansión de Iliana Ivancich, donde nos dieron una degustación de su vino local a mi manera. Y hemos cruzado San Marco inundada, andando como Cristo sobre las aguas, y hemos comprado máscaras venecianas, de Arlequín y de Médico de la Peste.

Ayer tocó la vuelta, saliendo en vaporetto de San Servolo, y pasando por el aeropuerto Marco Polo a pie de góndola. Y luego también hemos estado entre las nubes y turbulencias, fuera de nuestro lugar natural. Y en aeropuertos franceses como cárceri de Piranesi; demasiados aviones hemos cogido, eso sí, con el firme propósito de no volver a cogerlos y no pasearnos más entre las nubes.

Y también hemos echado una siesta en Arudy, hemos pasado por Louvie-Juzon en una tarde de ensueño, con el valle de Ossau vacío para nosotros, hemos visto parte del mundial en Laruns, de domingo por la tarde... y hemos visto el balneario abandonado de Les Eaux-Chaudes, y la frontera con una luz espectacular. Después de cenar en Biescas con mamá y recoger a los niños, culminamos el viaje con éxito en la clínica, de urgencias, y buscando farmacia por la calle Arzobispo Morcillo. Tienen una historia, esa calle y ese arzobispo, pero por hoy lo dejo, que hay que acostarse a las tres, agotados. Si entrase en detalles.... pero hay más cosas en un día de las que caben en un mundo, ya lo dijo James Joyce, y Borges también, en su soneto a Joyce:

En un día del hombre están los días
del tiempo, desde aquel inconcebible
día inicial del tiempo, en que un terrible
Dios prefijó los días y agonías
hasta aquel otro en que el ubicuo río
del tiempo terrenal torne a su fuente,
que es lo Eterno, y se apague en el presente,
el futuro, el ayer, lo que ahora es mío.
entre el alba y la noche está la historia
universal. Desde la noche veo
a mis pies los caminos del hebreo,
Cartago aniquilada, Infierno y Gloria.
Dame, Señor, coraje y alegría
para escalar la cumbre de este día.




—oOo—




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