lunes, 14 de noviembre de 2011

Lévi-Strauss sobre Internet

Y sobre el futuro del mundo—hablando en 1972, cuando la Web y Facebook y la telefonía móvil universal aún estaban en el lejano futuro, a veinte o treinta años de distancia. Sus opiniones no las presento yo (ni él) como modélicas ni autorizadas, sólo como la sensación que le produce la aceleración material e intelectual del siglo XX.  Esta es la parte 6 de una entrevista en el canal de filosofía de YouTube A Parte Rei. Gracias a Olga por recomendármela.

La entrevista (francés, subtitulada en español) empieza aquí.  Y a continuación transcribo sus opiniones sobre el futuro y sobre el "Museo Imaginario" que es Internet—más imaginario aún en 1972.




(minuto 3.46)— El 27 de julio de 1972, la entrevista acababa con una pregunta sobre el porvenir:
Ese es el tema sobre el que, teniendo la sensación de haber estado equivocándome siempre en el pasado, me abstendré cuidadosamente de hacer previsiones con el futuro. Pero en fin, no puedo decir que me sienta particularmente a gusto en el siglo en el que el azar me ha hecho nacer, y que la manera en que está evolucionando no me hace pensar que, si no yo mismo, al menos mis descendientes, se sentirán en él más a gusto que yo. Ya lo hemos hablado dos o tres veces. Me parece que en un mundo que tiende a volverse superpoblado incluso en lugares en los que no lo está, porque la densidad misma de la población se ve multiplicada por la aceleración de los medios físicos de comunicación, y de los medios intelectuales de comunicación... esto, en fin, hace que tendamos a convertirnos cada vez más en consumidores bulímicos de las riquezas que nos rodean, ya se trate de riquezas concretas del universo, que destruimos al consumirlas, o riquezas intelectuales, que absorbemos con una intensidad, una rapidez, mucho más grandes que la velocidad e intensidad con las que conseguimos renovarlas. De hecho, necesitamos siempre un museo imaginario, y el hecho de que esta expresión haya nacido en nuestro tiempo es significativa—que nos haga falta tener a cada segundo, a disposición nuestra, todo el capital intelectual que la humanidad ha acabado produciendo en toda su amplitud, y desde su origen, y que apenas nos baste para nuestras necesidades... me parece inquietante para un futuro que, en fin, en la perspectiva en la que me sitúo, exigiría un equilibrio mucho mayor entre, digamos, la comunicación y la no comunicación, que ha sido la constante de las grandes épocas creadoras. Nos planteamos continuamente establecer mejores comunicaciones entre los hombres... cuando quizá una cierta sordera sea fecunda desde el punto de vista de la auténtica creación. Las grandes épocas han sido aquéllas en las que los hombres se comunicaban lo suficiente como para poder fecundarse recíprocamente, y en las que a la vez la comunicación se veía frenada, ralentizada de forma lo bastante sustancial como para que pudiese sacarse pleno provecho de las ventajas de la comunicación propiamente dicha. En fin, que un mundo en el que a las cartas les costaba varias semanas llegar era quizá un mundo mejor equilibrado que el mundo en el que habitamos ahora.

Una opinión ésta que quizá infravalore el potencial creativo de la interconexión multiplicada, de la ubicuidad, y de la instantaneidad. Y sin embargo, quién le negará a Lévi-Strauss que Internet recalienta al mundo, y también que estamos noqueados aún, y quizá para siempre, con un jet-lag intelectual, bajo the shock of the new?
El Museo Imaginario al que se refiere Lévi-Strauss, y en el que está ahora, tiene en todo caso sus ventajas. Nos permite ver, cuando queramos, esta entrevista con Lévi-Strauss. Y nos permite tener las obras de los siglos con la biblioteca universal, e incluso ver y oír a tantos de nuestros coetáneos ilustres, a los grandes pensadores del siglo XX y del XXI, en la Televisión Universal. ¿Que quieres ver a Chomsky en debate con Michel Foucault? You name it.
Me quedo, en cualquier caso, otra entrevista con Lévi-Strauss, quince años después, a los 90 años.




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